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Noticia de hoy de El Mundo:

La compañía eléctrica Iberdrola ha anunciado este viernes la demolición de las dos chimeneas de la central térmica que dispone en el Grao de Castellón, dos torres de 150 metros de altura que datan de 1972 y que ya formaban parte de la fisionomía de la ciudad, vista desde la costa.

[foto de la noticia]

Según indica la entidad en un comunicado, «cumpliendo la obligación legal de desmantelar una central cuando se produce la baja del sistema eléctrico, comenzamos en enero de 2008 el desmantelamiento de los grupos 1 y 2 de la central térmica de Castellón». En pocos días concluirá los trabajos de demolición de una chimeneas que estuvieron en funcionamiento hasta 2008, y de las que ya han derribado 20 de los aproximadamente 150 metros de altura.

El riesgo de desprendimientos provocado por el deterioro del hormigón de las torres, tras 38 años de funcionamiento, «suponía un grave peligro para las personas que trabajan en la central, haciendo necesaria su demolición», según argumentan las mismas fuentes. Y es que, algunos sectores sociales de Castellón, apoyados por la Universidad, proponían su protección, para que permanecieran erguidas como un símbolo de la economía castellonense del último tercio del siglo XX.

El espacio ocupado por las chimeneas quedará disponible para futuras inversiones en el emplazamiento. El desmantelamiento se está produciendo mediante el corte de las chimeneas en anillos, que varían de tamaño según la altura a la que se encuentre. El corte de los anillos se está realizando con elementos diamantados (hilo de diamante y máquinas de disco refrigeradas por agua) y se están bajando mediante una grúa de 400 toneladas de peso y de 163 metros longitud de pluma. Una vez se depositan en el suelo, las piezas están siendo demolidas.

Más de 30 operarios participan en el trabajo y están utilizando también cuatro plataformas móviles que rodean cada una de las chimeneas, que parten de una plataforma fija de 15 metros de altura.

Para Iberdrola la seguridad es el aspecto más importante de los trabajos, según apuntan las mismas fuentes, quienes añaden que «para lo que se ha establecido un plan de seguridad y salud con el objetivo de evitar cualquier accidente. Cada una de las acciones de corte requiere una cuidadosa evaluación de los riesgos y la asunción de medidas preventivas para proteger a los trabajadores».

Más de un centenar personas se han involucrado durante toda la obra.

Los grupos 1 y 2 de la central térmica de Iberdrola en Castellón entraron en funcionamiento en los años 1972 y 1973 respectivamente, y desde entonces hasta su cierre en 2008 produjeron 66,6 TWh de energía eléctrica, crearon empleo cualificado por 11.178.000 horas de trabajo (173 personas de media anual) «y se contribuyó al desarrollo del entorno con más de 30 millones de euros en impuestos locales». «Gracias a la alta concienciación del personal y a las continuas mejoras en la instalación y en el combustible empleado, a lo largo de la vida de los grupos 1 y 2 se redujeron las emisiones de SO2 en un 75% y las de NOx en un 25% minimizando significativamente el impacto medioambiental«, concluyen desde la entidad.

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A continuación reproducimos una noticia del programa Hoy por hoy del 12 de octubre de 2010 a las 14:37:17  de la cadena Radio Castellón en la que se le hizo una entrevista a la presidenta de AVAI para dar su punto de vista sobre el derribo de las chimeneas del polígono del Serrallo:

La Associació Valenciana d’Arqueologia Industrial apuesta por conservar las Torres del Serrallo y protegerlas como Bien de Relevancia Local porque, a su juicio, forman parte del paisaje urbano del Grao de Castellón. 

La empresa Iberdrola, propietaria de las torres, instaló a final de verano varias grúas junto a la infraestructura con la intención de desmontarla. Por su parte, el colegio de ingenieros superiores de Castellón ha pedido recientemente la conservación de las chimeneas. En la misma línea se manifestó en Radio Castellón el vicerrector de Cultura de la Universitat Jaume I de Castellón, Wences Rambla.

Por su parte, la presidenta de la Associació Valenciana d’Arqueologia Industrial, Ana Sebastià, ha dicho en “Hoy por Hoy Castellón” que las chimeneas tienen un valor histórico–industrial porque formaron parte en los 70, cuando se construyeron, de la central térmica de fuel–oil pionera en la Comunitat y en España. Por este motivo, la Asociació pide que se protejan, si no como Bien de Interés Cultural, sí un punto por debajo como Bien de Relevancia Local.

Además de su valor industrial, Sebastià ha destacado que las torres suponen una seña de identidad para el Grao de Castellón.

Mientras Iberdrola mantiene su programa previsto y trabaja en adecuar el entorno como requisito previo al derribo.

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Hoy nos hacemos eco de un excelente artículo de opinión aparecido ayer en el periódico Mediterráneo de Castellón firmado por Wenceslao Rambla, catedrático de Estética y Teoría de las Artes en la Universitat Jaume I de Castellón. Suscribimos plenamente lo dicho en este texto.

Estos días se ha levantado en Castellón cierta polémica ante la posible demolición de las dos chimeneas de la Central Térmica sita en el Serrallo del Grao, lo que acarrearía una pérdida de elementos adscribibles a lo que se denomina patrimonio industrial.

En nuestra ciudad y otras cercanas se han ido eliminando, desde hace años, instalaciones y elementos obsoletos o inactuales (almacenes naranjeros, casones, depósitos de agua…) en aras de la lógica modernización y desarrollo, siendo así que este en absoluto queda reñido con la preservación de construcciones, maquinaria e ingenios mecánicos (gasómetros, telares, locomotoras…) de un tipo de valor histórico-patrimonial indiscutible. Por supuesto que Castellón y su provincia disponen de un rico legado de índole artística, pictórica y arquitectónica, religiosa y civil. Sin embargo es escaso en lo relativo al industrial. Por eso llama la atención que lo poco que se tiene en ese ámbito no se proteja lo suficiente, no se ponga en valor (no en valor económico, sino cultural. Algo que, por cierto, se convierte a la postre, bien gestionado, en ganancias). Así, se me ocurre traer a colación la fábrica textil Dávalos; obra que ocupa una manzana entera articulando tres naves encadenadas que dan lugar al shed típico del paisaje industrial.

Ejemplo, este edificio de Josep Gimeno Almela, de la poquísima arquitectura industrial que posee nuestra ciudad y que, aun cumpliendo ahora 100 años, está muy bien conservado. De ahí que me parezca poco afortunada la idea –como apunté en su día– de dedicarla a un espacio de esparcimiento juvenil o cosa similar en vez de aprovechar este edificio singular para hacer un museo de la ciencia o del diseño industrial; o sea, algo acorde con su propia historia. Contaríamos así con una instalación de la que carece nuestra Comunitat Valenciana: algo vivo que serviría para poner más a Castellón en el mapa de lo cultural y ofertarlo como potenciador del turismo cultural. Es absurdo, pues, no rentabilizar potentes referentes como este para otros usos o menesteres espúreos. Algo que ni se habría pensado hacer en países avanzados como Gran Bretaña, Suecia, Holanda o Alemania.

De modo que, en esta línea de reflexión, es por lo que las antiguas chimeneas de la térmica del Serrallo deben conservarse y lograr su catalogación como Bien de Interés Cultural. No en vano constituyen un ejemplo de un segmento espacio temporal de la reciente historia de Castellón.

Conviene recordar que la cultura material se entronca con la conceptual, pues no en vano los productos o servicios que generó vienen a ser la objetivación del espíritu como diría Hegel, el Zeitgeist o espíritu de una época. Y creo que nadie puede renegar de la memoria histórica, se trate de personas cosas o instalaciones. En este sentido por tanto, y sin entrar en banderías políticas de uno y otro signo, la arquitectura industrial –como sostienen expertos internacionales y sobre todo la historiografía contemporánea– constituye la arquitectura del siglo XX y como tal debe protegerse. Unos altos hornos son los campanarios del hoy, una fábrica figura la catedral del siglo XX…, al igual que los modeladores informáticos en 3D vendrían a ser la perspectiva científica del Renacimiento puesta al día: la nueva representación y modelización del futuro que ya es presente.

Y así, aunque ya estemos inmersos –por no decir navegando– en la era de las NTICs, somos hijos de la Revolución y Sociedad industriales: las máquinas de vapor, las centrales hidroeléctricas y las térmicas, como las atómicas (que seguramente antes de un siglo serán cosa del pasado), etcétera… han hecho posible, mejor o peor, para bien o para mal, nuestro nivel de vida actual. No en vano, como nos recuerda Deyan Sudjic, director del Design Museum de Londres, no ha cesado ni un momento la reivindicación de la ingeniería como el verdadero arte del mundo moderno.

La cultura en serio: con k de Kultur, con k de Kunst, con k de GesamtKunstwerk no solo implica saber literatura, pintura o filosofía, sino también conocer el nivel tecnológico alcanzado en un período de nuestro devenir. La cultura comprende todo lo que, cultivado por el ser humano, ha llevado a hombres y mujeres al estadio evolutivo en que nos hallamos, con sus luces y sombras, pero como incuestionable hecho empírico. ¿Vamos a ignorar todo esto? ¿Vamos a despreciar unas cosas sí y otras no de esos objetos resultados de la innovación y creación humanas a lo largo de la historia? No parece de recibo. Así pues, proteger y restaurar una catedral, sí. Admirar y conservar una colección de cuadros también…, pero proteger un alto horno, un telar, un molino, un puente ferroviario del XIX, una fábrica, un pithead… también.

En definitiva, entendamos de una vez por todas la cultura en sentido amplio: como devenir antropológico y técnico, pues no en vano la ciencia y la tecnología son cultura, al igual que las humanidades deben considerarse ciencias y no pasatiempos. Y así, obremos en consecuencia.

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