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La Razón, 22/01/2012:

Gemma Candela.

Los Reyes Magos de Oriente tienen un monumento en la plaza que lleva su nombre en la localidad de Ibi, región española de Valencia. En ella, cada 4 de enero se congregan los niños de esa ciudad de más de 25 mil habitantes para entregar a los pajes de sus tres majestades las cartas en las que les piden juguetes. En esta villa entre montañas cerca del mar Mediterráneo, la fabricación de los artículos infantiles está muy arraigada en la economía local, desde hace más de 100 años. No es de extrañar tampoco que, por ello, esté allí el Museo Valenciano del Juguete.

En la plaza de la iglesia se halla la Casa Gran (Casa Grande). La vivienda señorial del siglo XVIII era la sede del repositorio en el que se mostraban 444 juguetes fabricados en Ibi durante la primera mitad del siglo XX; a excepción de dos piezas alemanas y algunas del municipio de L’Alcúdia. Estaban distribuidos en nueve salas temáticas referidas a cine, mecanismos, aviones, barcos, trenes, velocidad, la ciudad, instrumentos musicales y el hogar. Lo expuesto era una pequeña parte del fondo museístico, compuesto por más de 4.000 piezas, entre juguetes, catálogos y fotografías. Un patrimonio que sigue creciendo, pues en 2000 recibió 80 objetos de donantes, más 40 el año pasado, aparte de 100 catálogos de juguetes.

Las plazas de Ibi dicen mucho de la cultura de esta pequeña urbe. Además de la dedicada a los Reyes Magos, hay otras que destacan a los jugueteros, a los heladeros y, también, a una carreta tirada por un caballo: la tartana, símbolo de la industria local y de la propia ciudad. La coordinadora del Museo Valenciano del Juguete, Pilar Avilés, señala que la conversión en símbolo de este medio de transporte se debe a que en el primer catálogo de juguetes apareció una calesa (carruaje similar) con el número uno. Esto llevó a pensar que un carruaje así fue el primer juguete que se fabricó en Ibi. Pero fue un error: el inventario se hizo en ese orden por casualidad. Al final, la calesa derivó en tartana y es así como se hizo tan conocida que, ahora, una de gran tamaño preside una plaza y, lógicamente, tiene una representación de hojalata en el repositorio valenciano, que fue elaborada en 1934.

Aunque la fabricación de juguetes comenzó más tarde que en otros lugares de España, Ibi se convertiría en la boyante industria juguetera del país. En el vecino pueblo de Onil ya se venían manufacturando muñecas desde mediados del siglo XIX. En ambas localidades, junto a Biar, algo más alejado, se ha llegado a producir la mitad de los juguetes que se fabrican en suelo ibérico. Es por eso que esta zona ha sido denominada el Valle del Juguete.

La historia de Ibi relata que no fue hasta 1902, aproximadamente, cuando la familia de hojalateros Payá comenzó a crear en miniatura los objetos cotidianos que ellos realizaban para adultos. Poco tiempo después, durante una visita a un allegado fabricante de muñecas en Onil, uno de los Payá vio un juguete de hojalata alemán realizado con una técnica más avanzada que la empleada por ellos. Eso les animó a mejorar su proceso de producción. Así, la empresa Hermanos Payá comenzó a pisar fuerte en el mercado nacional y a ganar diversos premios, a pesar de que su maquinaria era menos moderna que la de Cataluña, región española donde también había una importante producción juguetera.

Pronto surgieron competidores locales. En 1910 apareció A.B. Verdú y Cía, que con los años sería una de las firmas más poderosas, ya bajo el nombre de Rico SA. Ambas empresas se beneficiaron de la Primera Guerra Mundial (1914-1918), en la que no participó España, porque permitió que los productos ibenses pasaran a copar    el mercado nacional ante la caída en la importación de    juguetes extranjeros.

Luego germinaron compañías como Picó SA, Claudio Reig y Juguetes y Estuches. Para entonces, la fábrica pionera había pasado a llamarse La Sin Rival-Payá Hermanos. El nombre no era sólo prepotencia: construyeron la primera locomotora eléctrica en 1932, que convirtió a esta firma en el fabricante por excelencia de trenes de juguete. Aparte, ese mismo año los Payá lanzaron la que ha sido una de sus joyas: el automóvil Bugatti que, al parecer, fue encargo de un amigo que tenía un tostadero de café y quería regalar a sus clientes algo especial por Navidad.

A finales de los años 20, los Payá ya habían dotado a un auto de luces gracias a un pequeño sistema eléctrico a base de pilas y focos, y creado un coche de carreras con claxon así como otro con volante dirigido.

La creciente industria tuvo un parón en el ocaso de la década de los 30, por el estallido de la Guerra Civil. Previo a este momento histórico, las fábricas habían sido nacionalizadas por el gobierno republicano y, durante el conflicto, donde antes se hacían artículos para niños, se fabricaron municiones y espoletas. Incluso, un muñeco de policía inglés fue reconvertido en miliciano republicano que alzaba su puño.

Tras la contienda bélica, la situación no fue mejor: la hojalata escaseaba y la población carecía de recursos económicos. Poco a poco la situación iría mejorando y entre los años 40 y los 70 fueron surgiendo numerosas fábricas, entre las que estaban Coloma y Pastor, Gozán, Joal, Brotons,    Feber… No en vano, Ibi es el pueblo de los juguetes. Fue así que los propietarios recuperaron sus empresas tras la guerra y, para afrontar el problema de la hojalata, recurrieron al estraperlo (mercado negro), a comprar a las empresas de conservas latas en desuso y, en algunos casos, a la fabricación propia del material. Pero igual no era fácil conseguir la base para hacer juguetes y, por ello, los empresarios tuvieron que explotar aún más su ingenio. Hermanos Payá creó su propia máquina de fundición a la que se echaba, según se cuenta en Ibi, incluso las canaletas que luego se mezclaban con zinc y que sirvieron para hacer ruedas en miniatura.

A mediados de los años 50 se introdujo un nuevo material, el zamak, que en Ibi se llamó alzinc (aleación de zinc y aluminio con otros minerales). La inglesa Meccano lo había producido en los años 30. Con éste se hicieron pistolas, escopetas, pequeños autos y ruedas de trenes. Y de nuevo los Payá fueron pioneros. En este caso, se adelantaron al resto al adquirir una máquina de inyectado de plástico, en1949. Paulatinamente, otras compañías fueron comprando esta maquinaria para abandonar la hojalata y el cartón. Con este cambio, atrás quedaron anécdotas como las que  recuerda Pilar Avilés. “Una mujer me contó que había bañado a su muñeca (de cartón)…”,  sonríe.

Cosa del pasado son también las escenas de niños jugando ante las puertas de las fábricas, hasta que un compañero adulto les indicaba que ya era hora de regresar al trabajo. Durante las primeras décadas del siglo XX, el 10% de la plantilla local estaba compuesta por menores incluso de10 años.Aunque en los talleres se construían los sueños de los infantes, las condiciones laborales no eran de ensueño. “Eran frecuentes los accidentes laborales, sobre todo los continuos cortecillos por el manipulado de hojalata”, relata José Ramón Valero Escandell en su Historia social de una industria juguetera.

Explica, además, que los obreros pasaban frío y que el humo de las escasas estufas que había en los espacios de trabajo dañaba sus ojos. Y, como se puede constatar en Ibi, los troqueles se llevaron algún dedo de más de un trabajador.

La temporalidad del trabajo (el grueso de la producción se hacía en los meses anteriores a la Navidad) hizo que muchos se dedicaran el resto del año a otra actividad, más tradicional: el helado. Pero no pocos,  hombres solos y aun familias enteras, se marchaban a otros lugares del país durante una parte del año, algo que beneficiaba a las fábricas, que así no tenían que pagar los sueldos durante ese periodo.

El archivo del museo guarda imagenes de aquellas épocas. En 1995 recibió el mismo número de visitantes que de habitantes de Ibi, siendo el segundo más visitado de la región. Normalmente, alrededor de 15 mil personas, en su mayoría estudiantes, acudían a ver los históricos juguetes.

Desde hace tres años, las piezas dejaron la Casa Gran y están almacenadas en cajas. Su nuevo destino era la antigua fábrica Hermanos Payá, rehabilitada para albergar el repositorio. Pero la falta de financiamiento ha paralizado la apertura. Aún así, las trabajadoras como Pilar Avilés siguen manteniendo una pequeña sala de exposición. Visitan los colegios para promocionar los juegos tradicionales, para que no se pierdan.

http://www.la-razon.com/suplementos/escape/manos-ninos-sala-museo-juguetes_0_1544845571.html

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Publicat en Informacion.es, dilluns 14 de novembre de 2011:

El Col·lectiu Saginosa organiza una excursión para sensibilizar y reivindicar la protección de los molinos y de este enclave natural.

M.V./A.T. Unas 300 personas participaron ayer en la jornada que fue organizada por el Col·lectiu Saginosa con el objetivo de sensibilizar acerca de la riqueza cultural y etnográfica del Barranc dels Molins y al mismo tiempo reivindicar su protección y la del Molí de Paper, edificio que presenta un alarmante deterioro.

Los participantes arrancaron la marcha desde el Parque de les Hortes hasta llegar al Barranc dels Molins donde pudieron conocer por dentro un molino harinero que todavía se conserva y también contribuyeron a la mejora del medio ambiente con la limpieza de residuos que encontraron en la zona. A estas actividades, se sumaron las explicaciones que dieron el naturalista Manuel Monleón, del arqueólogo José Lajara y de la archivera municipal, María José Martínez, sobre el valor ambiental, etnográfico y patrimonial de esta zona de la villa juguetera. La ruta se cerró con la visita a las restos arqueológicos del Castell Vell.

El Col·lectiu Saginosa suma esta actividad a su reivindicación que pasa por la protección del Barranc dels Molins. Por ello insta a las administraciones que trabajen por que así sea al tiempo que esta asociación está recopilando información para presentar una propuesta para que esta área natural sea declarada como Bien de Relevancia Local o de Interés Cultural.

 

 

 

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http://www.psoeibi.com/2011/10/17/presentacion-colectivo-saginosa-y-charla-sobre-el-moli-de-paper/

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Información, 18/10/2011:

Molí de Paper de Ibi. Empezó a funcionar en plena Revolución Industrial, en el siglo XIX, y cerró sus puertas en 1920; pero el paso del tiempo y el abandono han convertido el Molí de Paper en un edificio en ruinas.

CRISTINA SERRANO El paso del tiempo, la falta de uso y el abandono han sumido el Molí de Paper de Ibi en un avanzado estado de deterioro. Todo un icono de la industria ibense del siglo XIX ha pasado a encontrarse en ruinas, razón por la cual desde el colectivo local Saginosa ha emprendido su primer gran reto, recabar propuestas para su rehabilitación.
El Molí de Paper de Ibi se encuentra al comienzo del Barranc dels Molins, área en la que, en su día, se concentraron varios molinos que constituyeron el centro de producción de la villa. La actividad de estas infraestructuras funcionó en plena Revolución Industrial del textil y del papel, en el siglo XIX. La producción de los juguetes de lata desmarcó a la del papel y, ya en 1920, el Molí de Paper cesó su intensa actividad en la que con el tiempo pasó a llamarse la villa juguetera.
El edificio quedó en desuso hasta que con el estallido de la Guerra Civil se convirtió en una especie de residencia particular que alojó a multitud de niños y niñas ibenses durante los tres años que duró la contienda española.
Desde entonces, poca actividad ha habido en tan emblemático inmueble. Es por ello, por la falta de uso y el completo abandono, por lo que a día de hoy se encuentra totalmente sumido en la ruina.
Esta situación ha llevado al colectivo Saginosa a ofrecer a través de su blog información acerca de este icono industrial, así como a facilitar un cuestionario a todas las personas que quieran rellenarlo. En esta línea, el colectivo lo que pretende es recabar el mayor número de propuestas posibles que faciliten la rehabilitación del inmueble.
Actualmente, según Saginosa, el Molí de Paper de Ibi tan sólo está protegido en el Plan de Ordenación Urbana (PGOU) del municipio. Esta protección, a su vez, sólo contempla la fachada, con lo cual se podría demoler todo el interior y cambiar el entorno, a pesar de tratarse de un edificio tan importante para la historia de la villa.
Por ello, una de las propuestas que plantea el colectivo es elaborar un proyecto que permita la declaración del Molí de Paper como Bien de Relevancia Local. De este modo, sería posible mantener tanto el edificio completo -fachada e interior- como el entorno.

Arranque con una charla
La primera iniciativa que ha promovido el colectivo, en este sentido, ha sido la organización de una charla, cuyo principal objetivo ha sido «poner de manifiesto la situación en qué se encuentra y sacar a debate las diferentes posibilidades que hay para restaurarlo y salvarlo».
Los datos históricos aportados por la archivera municipal, María José Martínez; la experiencia de restaurar dos molinos papeleros de la mano de Joan Castelló, conservador del Museo del Papel de Banyeres de Mariola; y la experiencia reivindicativa de la Asociación de Amigos y Vecinos del Centro Histórico de Castalla, que también reclaman la conservación de su patrimonio; así como el testimonio de personas que vivieron en el molino configuran la base de la actuación inicial.
Aunque el futuro del histórico inmueble del antiguo Molí de Paper todavía se desconoce, el colectivo Saginosa sí que tiene clara su apuesta por «un uso público, como equipamiento para la ciudadanía» y no una utilidad privada, «como podría ser un hotel», según ha destacado uno de los portavoces de esta asociación.

http://www.diarioinformacion.com/alcoy/2011/10/18/apuesta-patrimonio-industrial-ibi/1179873.html

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En octubre finalizan las obras en la nueva sede del Museo.

La primera fase de las obras de acondicionamiento de la antigua fábrica Payá, nueva sede del Museo Valenciano del Juguete, finalizarán a principio del mes de octubre.

Las obras han consistido en la rehabilitación completa del antiguo taller, construido a principios del siglo XX, y que pasará a ser la sala de exposiciones temporales y actividades múltiples del Museo. El espacio destinado a acoger la exposición permanente mantiene su estructura original y data de alrededor de 1960 y en ella se ha procedido a rehabilitar el suelo, sellado y cierre de aperturas entre naves, adecuación del edificio a la norma contra incendios y la reparación de la cubierta de la nave contigua para evitar filtraciones.

El Museo Valenciano del Juguete reiniciará sus actividades antes de que finalice el año en la sala de exposiciones temporales en espera de poder ejecutar el proyecto museográfico.
http://www.museojuguete.com/cgi-bin/ibi/noticias.pl?_default_siteObject_siteObjectID=217509

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