Noticia de hoy de Levante-EMV:
Una exposición en el Centre del Carme recupera a uno de los creadores del Ensanche de Valencia
El arquitecto diseñó más de 30 edificios en la ciudad entre los siglos XIX y XX, pero sólo quedan seis
- Un visitante, en el Centre del Carme, entre los paneles de la muestra «Fabular edificando». josé aleixandre
La Valencia de finales del siglo XIX y principios del XX lleva el sello de José María Manuel Cortina Pérez (Valencia, 1868 – 1950), arquitecto que levantó una treintena de edificios en la ciudad en esa etapa (hasta el fin de la I Guerra Mundial, cuando entró en un retiro voluntario). La voracidad urbanística sólo ha dejado seis de ellos en pie. Al tiempo que los inmuebles han ido desapareciendo, el nombre de Cortina ha ido cayendo en el olvido. El Centre del Carme estrenó ayer el refectorio del convento como sala expositiva con una muestra que rescata la figura de este inventor del Ensanche junto a otros arquitectos como Francisco Mora y Goerlich, cuya producción sucede a la de Cortina a partir de los años 20.
La conocida como Casa de los Dragones (en el inicio de las calles Sorní y Jorge Juan) es el emblema de la obra de Cortina. «Es como el Minueto de Boccherini, aquello por lo que se le conoce, pero que es sólo una muestra de su trabajo», afirma el comisario de la exposición, el profesor emérito de Estética de la Universidad Politécnica de Valencia Joaquín Arnau Amo. El símbolo del dragón es uno de los referentes del modernismo catalán (por la leyenda de Sant Jordi) y se explica por la formación de Cortina en la Escuela de Arquitectura de Barcelona.
Modernismo, neogoticismo y eclecticismo son conceptos frecuentes al abordar el trabajo de Cortina. Pero quizá la expresión más certera la dio Trini Simó: medievalismo fantástico. Esto es, una mezcla de diferentes estilos con mucha fantasía. Para Arnau Amo, la especialista dio en el clavo. «Cortina dominaba la geometría y por eso saltaba de un estilo a otro con tanta comodidad», explicó ayer el comisario a Levante-EMV. La influencia de Venecia -ciudad que adoraba- y su mestizaje de escuelas es un argumento complementario para entender al arquitecto valenciano.
Cortina firmó más de una decena de chaflanes en la Gran Vía Marqués del Turia. Ninguno queda en pie. A partir de un cambio «urbicida» en la normativa que permitió construir más alturas, éstas y otras edificaciones del arquitecto fueron al suelo. Pero Cortina realizó un buen número de trabajos para su propia familia y éstos se han salvado.
No todo es Valencia, sin embargo, en la producción de Cortina. Realizó también un buen número de casas unifamiliares: se conservan algunas en Torrent -un monumento hoy olvidado-, Vila-real, Paterna y Bétera. Y diseño también para «la otra vida»: numerosos mausoleos del Cementerio de Valencia, cuyas maquetas originales se exhiben en la exposición, que patrocina Torremar.
La muestra -de planteamientos modestos- incluye también paneles fotográficos, planos, libros, muebles y, como novedad, un monitor en el que se pueden manipular los edificios a través de la realidad aumentada. Además, en las paredes se reflejan imágenes de ocho minutos de cada edificio compuestas por 4.500 fotografías que permiten apreciar los efectos de los cambios de luz.
Cortina, que remodeló el palacete del siglo XVIII de la plaza de Tetuán de Valencia y creó su fachada, es autor también del arabizante Teatro Eslava, demolido en 1959.
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